Existe una opción mucho más sostenible para el aceite doméstico usado que desecharlo una vez lo hayas usado: la creación de combustible para los vehículos. ¿Sabías que un litro de este aceite puede llegar a contaminar 1.000 litros de agua?
Según datos facilitados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España, anualmente se consumen unas 850.000Tm de aceite y, de acuerdo con los actuales hábitos culinarios y de consumo, se estima que pueden generarse unos 150 millones de litros anuales de aceite vegetal usado.
¿Qué se está haciendo actualmente para volver a utilizar este desecho doméstico? Este tipo de aceites de cocina usados y separados correctamente pueden recibir tratamientos mediante los cuales se preparan para la producción de biocarburantes, jabones y otros usos en la industria química (ceras, barnices, otros), reduciendo así el uso de recursos procedentes de materias primas e impulsando la actividad económica y empleos más verdes.
La apuesta por la producción de biodiesel (BD100) es una excelente opción, ya que comporta un ahorro de energía fósil del 21% con relación al uso de aceites crudos y un ahorro del 96% de energía fósil respecto a la producción del diésel, según datos del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, CIEMAT). Cada quilogramo de aceite recogido se puede transformar en 0,92-0,97 quilogramos de biodiesel. Recientemente se han llevado a cabo asimismo ensayos de utilización en aviación internacional de biocarburantes que contienen aceites vegetales usados.
En reto de las renovables
A partir de 2035 la Unión Europea ha anunciado que únicamente aceptará combustibles cero emisiones como los e-fuels, y Repsol se encuentra entre una de las compañías que más está apostando por esta transición energética.
La empresa también ha anunciado que pondrá en marcha la primera planta de España, en Murcia, de producción de biocombustibles avanzados a partir de residuos. Se espera que alcance una producción anual de 250.000 toneladas que se sumarán a las 750.000 que la compañía ya produce actualmente en sus otras plantas de reciclaje. Repsol se ha marcado el objetivo de alcanzar la producción de 1,3 millones de toneladas de combustibles renovables en 2025 y 2 millones de toneladas en 2030.
HVO, el pionero
La búsqueda de combustibles alternativos ya viene de lejos. Ford, en sus furgonetas Transit, ya aprobó el uso del Aceite Vegetal Hidrotratado (HVO) en 2020. Se trata de un combustible diésel renovable que se obtiene con aceites usados, incluso el de cocina. Este tipo de aceite se recoge directamente del sector hostelero y de los puntos limpios de las ciudades, donde se suele depositar el que se consume en hogares.
Según detalló la compañía en su momento, este tipo de combustible reducía hasta en un 90% los gases de efecto invernadero en comparación con el combustible diésel que conocemos. Los vehículos que funcionan a través de este sistema emiten menos NOx y partículas que otros, ya que el combustible tratado no contiene azufre ni oxígeno.
El HVO puede utilizarse por sí sólo (lo que se denomina HVO100) o puede ser necesario mezclarlo siempre en el depósito con una mínima cantidad de gasóleo convencional. Se trata de un combustible que también incorpora residuos de grasas animales y aceite de pescado y que ayuda a los motores diésel a arrancar más fácilmente a bajas temperaturas.
Actualmente está a la venta en estaciones de combustible seleccionadas en Europa, principalmente en Escandinavia y los países bálticos, donde se puede ofrecer en forma pura o como una mezcla con diésel normal.
Ahora mismo, el principal inconveniente del HVO es su alto precio y por eso mismo su producción es aún minoritaria, ya que las plantas petroquímicas dedicadas a ello no tienen aún suficiente capacidad para fabricarlo a grandes volúmenes. Según datos de Transport & Evironment el HVO, junto al resto de biodiésel, ocupó tan sólo un 6,1% de la producciónde gasóleo en 2020.
Spring ya apuesta por el biocombustible
Por su parte, desde Spring GDS también contamos con el reto de reducir drásticamente las emisiones de CO2 utilizando el biocombustible HVO100 nombrado anteriormente. Llevamos trabajando con este combustible desde inicios de 2023 y eso ha permitido el ahorro de 67 toneladas de CO2 en trayectos realizados solo en ese mes.
El proveedor logístico Van Osta ha colaborado para introducir el biocombustible en la red de transportes internacional trabajando en las rutas de Alemania, Suiza y Francia con HVO100 en sus depósitos en lugar de utilizar combustibles fósiles.
La apuesta por este tipo de combustible se debe a que las distancias logísticas son demasiado largas para los vehículos eléctricos y la solución del hidrógeno está todavía muy lejana. Actualmente, la única opción renovable realista para este tipo de distancias es el HVO100.