Luces y sombras del uso del amoniaco como combustible alternativo Mari Gómez Becerra 21 de diciembre de 2022
Luces y sombras del uso del amoniaco como combustible alternativo

La búsqueda de combustibles alternativos a los hidrocarburos es una asignatura pendiente a la que se enfrenta España y el resto de los países de la Unión Europea para lograr reducir la emisión de dióxido de carbono. Una de las opciones que cada vez se están barajando más es el uso de amoniaco para alimentar los motores. La combustión de amoniaco, en condiciones idóneas, solo genera nitrógeno, el mayor componente del aire, y agua.

Si echamos la vista atrás, veremos que este descubrimiento viene de lejos y, en parte, no supone una gran novedad para el mundo del motor. En los años 40, durante la crisis de carburantes como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Bélgica decidió mezclar el amoniaco con carbón para impulsar los autobuses municipales. Por su parte, la NASA, durante los años 60, creó un avión experimental que volaba gracias a este tipo de combustible. Durante el mismo periodo, en Japón decidieron combinarlo con metano o queroseno para mover turbinas de gas y producir electricidad.

La importancia de generar ‘amoniaco verde’

¿Por qué no se sigue usando en la actualidad? El uso del amoniaco como combustible alternativo es una buena opción, pero tiene sus pros y sus contras. Por un lado, es versátil y obtenerlo es sencillo, ya que para producirlo únicamente se necesita nitrógeno e hidrógeno. Además, es incoloro y se puede conservar a temperatura ambiente. En el otro lado de la balanza vemos su principal contra, y es que produce los llamados óxidos de nitrógeno (NOx) que pueden derivar en la conocida como lluvia ácida y el ‘smog’ fotoquímico.

¿Qué es el ‘smog’ fotoquímico? Se trata de un tipo de contaminación que se produce normalmente en las grandes ciudades, que cuentan con mayor tráfico y calefacciones domésticas. Desencadena emisiones de óxidos de nitrógeno e hidrocarburos inquemados que, debido a la presencia de la luz solar, dan lugar a una niebla (no siempre de manera visible) formada por una alta concentración de sustancias oxidantes y radicales libres. Este tipo de sustancias son agresivas con la piel y las mucosas, y pueden llegar a agravar enfermedades de tipo respiratorio. Además, en días de anticiclón se puede llegar a generar una situación de contaminación muy estable que puede durar incluso varios días.

Por eso mismo, el principal objetivo en la actualidad es usar este compuesto químico como carburante reduciendo al máximo posible sus emisiones, ya que durante sus procesos de combustión emite esta gran cantidad de gases contaminantes.

Aunque el proceso tradicional para elaborar el amoniaco es contaminante, ya existen técnicas y avances que permiten un proceso de creación más sostenible evitando sus emisiones de CO2. Se trata del llamado ‘amoniaco verde’ y tiene una serie de ventajas al utilizarlo como combustible como es su alta densidad energética por volumen, su sencillez en almacenarlo y transportarlo y su inferior coste de producción en relación a otras energías.

Barcos y tractores apuestan por el nuevo combustible

Una de las industrias que tiene intención de aprovecharse más del amoniaco es la del transporte marítimo. Sus grandes recorridos y la gran cantidad de combustible que necesitan para hacer un solo trayecto está haciendo que muchas compañías empiecen a buscar carburantes alternativos.

Una de las primeras en hacer pruebas es la compañía minera australiana Fortescue Metals Group que está utilizando ‘amoniaco verde’ para alimentar a uno de sus barcos. Por su parte, en China, el portacoches MMA Leveque, un buque de apoyo de 75 metros de eslora, también ha decidido iniciar sus pruebas.

Otras energéticas, como es el caso de Viking Energy, está desarrollando una embarcación de suministro que empleará amoniaco y una central de nuclear de fisión para separar la molécula en hidrógeno y nitrógeno, y así poder alimentar la pila de combustible. Está previsto que se lance en 2023, al igual que el barco Wartsilla, que promete contar con un motor de combustión que puede utilizar un 70% de amoniaco.

En el plano terrestre, la compañía neoyorquina Amogy afirma ya tener un sistema que reconvierte tractores para que puedan utilizar amoniaco en vez de diésel como combustible. Su prototipo, presentado hace unos meses, promete no generar gases contaminantes. Desde Amogy defienden el uso de este tipo de combustible y detallan que existen abundantes infraestructuras como oleoductos, terminales y métodos de almacenamiento para poder transportarlo.

El sistema de funcionamiento de estos tractores se centrará en un tanque que enviará el hidrógeno a la pila de combustible y que ofrecerá una densidad energética cinco veces superior a la de una batería de litio con más de 700 vatios/hora por kilo. De esta manera, el tractor podrá funcionar varias horas sin necesidad de repostar. Según detalla la propia compañía, “repostar con este sistema es tan sencillo como hacerlo con gasolina o diésel. Además, afirman que, gracias al amoniaco, han multiplicado por 20 la capacidad energética de sus sistemas.

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