El contexto actual que estamos viviendo provoca una nueva crisis de abastecimiento que se suma a otras crisis recientes derivadas de la pandemia, como la falta de semiconductores, el colapso en el canal de Suez o el aumento del precio de los contenedores. Esta desestabilización, a la que ahora se suman las tensiones derivadas de la situación, ha sembrado el pánico a nivel mundial, ¿cuáles serán las consecuencias?, ¿cómo va a afectar a las cadenas de suministro?, ¿qué medidas deben adoptar las empresas?
Consecuencias más inmediatas
El país liderado por Putin es el segundo exportador mundial de crudo y suministra más del 40% de las importaciones anuales de gas natural de la Unión Europea, razón por la que su precio se ha disparado, experimentando un crecimiento promedio del 365%, según el ICEX. En este sentido, el Banco Central Europeo (BCE) ha recordado que este combustible es la segunda fuente de energía más importante para la zona euro, después de los productos derivados del petróleo, lo que implica que el 90% de las importaciones de gas dependen del exterior.
Pero además del gas o el petróleo, hay otros sectores que también se están viendo afectados. Según los últimos datos disponibles del ICEX, pertenecientes a 2020, el 42,2% de cereales que España compró en este año, pertenecían a Ucrania. Ya hace unos años, un estudio publicado en la revista científicaFood Security, alertaba de que Ucrania es uno de los países con mayor capacidad para provocar un shock en el mercado global de cereales, ¿por qué? Porque un 26% del trigo importado hacia la Unión Europea proviene precisamente de allí. Si tenemos en cuenta que otro 4% tiene origen ruso, el 30% de la demanda la cubren ambos países. Esto significa una gran dependencia del mercado internacional.
Por otro lado, aunque el sector de la automoción no es el más afectado por este nuevo contexto, sí provoca más inconvenientes con la importación de componentes, especialmente si tenemos en cuenta que puede dañar a las fábricas de vehículos que reciben componentes de las zonas implicadas. Desde Sernauto, la Asociación Española de Proveedores de Automoción aseguran que están siguiendo muy de cerca los acontecimientos y que un conflicto bélico supone “una fuerte distorsión en las relaciones comerciales de la UE con los mercados implicados, especialmente, el ruso ya que las sanciones comerciales implicarían un fuerte impacto en la cadena de suministro en Rusia, ya afectada por la ausencia de determinadas materias primas y el incremento de los costes en logística”.
Además del sector alimentario y energético, desde UNO, la Organización Empresarial de Logística y Transporte de España comentan que ambos países son abastecedores muy importantes de metales que intervienen en el proceso de fabricación de los automóviles, de electrodomésticos y otros dispositivos tecnológicos. “Rusia acumula casi un 10% de las reservas mundiales de aluminio, níquel y cobre, produce un 40% de todo el paladio, un elemento básico para la industria automovilística y Ucrania es un gran proveedor de níquel, imprescindible en la producción de los chips electrónicos”, ha declarado la patronal a diferentes medios de comunicación.
¿Qué medidas deben adoptar las empresas?
Rosario Piazza, CEO de Fullstep, compañía especializada en la digitalización end-to-end del proceso de compras, aprovisionamiento y cadena de suministro, recomienda a las organizaciones que sigan los siguientes pasos:
- Diseñar un mapa de riesgos que permita identificar los posibles problemas en la cadena de suministro de la empresa, así como las acciones que se deben llevar a cabo ante estos posibles riesgos.
- Analizar la situación con los proveedores actuales de la compañía para conocer su realidad, buscar soluciones de forma conjunta y asegurar el suministro a través de ellos.
- Buscar alternativas, tanto en lo referente a las fuentes de suministro, como a los materiales que necesitan comprar.
- Diseñar un plan a corto y largo plazo. La previsión y anticipación es crucial en estos casos, en los que se requieren plazos mínimos de búsqueda de nuevos proveedores, de homologación, tiempos de gestión, etc.
Desde la crisis de 2008, España no vivía una inflación como la que está sufriendo como consecuencia de la pandemia y ahora de la situación entre Ucrania y Rusia. Además de la elevada factura de la luz y el gas, el precio de la cesta de la compra también se ha encarecido. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) habla de un aumento entre un 8,3 y un 21, 2% en productos como la pasta, los lácteos, la margarina, el pollo, la ternera o los huevos. Alimentos que, además de tener costes muy elevados en su elaboración, transporte y distribución, también necesitan de la electricidad y los carburantes en su proceso de producción.
¿Cómo serán los próximos meses? Según el economista Pedro Aznar, profesor de economía de ESADE, “vamos a manejar escenarios de una extremada incertidumbre, con un menor crecimiento de la economía que vendrá provocado por un retraimiento del consumo, debido a un encarecimiento de los precios”. Aunque las previsiones no son muy optimistas, esperemos que, al empobrecimiento ya causado por la pandemia, no se sume otra crisis económica ni energética que algunos expertos ya comparan con las crisis de los años 70.