Regular el mercado de los pagos electrónicos en toda la zona euro se ha convertido en una necesidad, especialmente, teniendo en cuenta el vertiginoso aumento del e-commerce y la aparición de nuevos actores como, por ejemplo, las compañías fintech. Esta ha sido la principal razón por la que la Comisión Europea se ha visto en la obligación de considerar la nueva normativa en lo referente a pagos electrónicos. Cada vez más bancos se van sumando a la Iniciativa de Pagos Europea (EPI, por sus siglas en inglés) y en julio del pasado año ya eran 31 los bancos más importantes de Alemania, Bélgica, España, Francia y Países Bajos que formaban parte de esta iniciativa.
¿Cuáles son las ventajas y por qué es tan necesaria?
Tal y como afirmaron diferentes expertos del sector en la webinar sobre sistemas de pagos que se celebró el pasado 21 de abril, que organizó el Comité Español de la Liga Europea de Cooperación Económica y el Barcelona Centre Financer Europeu, uno de los principales beneficios es que “no habrá diferencias en comisiones de transferencias entre países como ocurría hasta ahora”. Así lo aseguró Jean Allix, Senior Advisor de la Asociación Europea de Consumidores.
Esta característica resulta clave si tenemos en cuenta que, no solo los hábitos de consumo online son diferentes en cada país europeo, sino también las formas de pago. En España, por ejemplo, la tarjeta bancaria sigue siendo el método más utilizado para las compras online, mientras que, en otros países como Alemania, es la transferencia bancaria, Paypal o los monederos virtuales los que lideran el ránking.
Por otro lado, según la encuesta realizada por Webloyalty, el gasto medio mensual de una compra online alcanzó los 61 €, siendo la industria electrónica, los viajes y la moda los sectores que más han incrementado su volumen de ventas. Y aquí la segunda ventaja de la nueva normativa de pagos, mayor seguridad y accesibilidad para todos, dos variables que cada vez preocupan más a los consumidores a la hora de realizar sus compras online.
Respecto a las formas de pago, la pandemia también ha modificado los hábitos. Según el estudio de Minsait Payments, España es el país donde más han crecido los pagos sin contacto, concretamente, más del 10% en el 2021, solo superado por Reino Unido. A pesar de dos años de crisis sanitaria donde el efectivo dejó prácticamente de considerarse una opción de pago, vuelve a recuperarse, aunque la tarjeta sigue conservando su protagonismo, tanto en UK, España, como Francia.
Después de la tarjeta bancaria, Bizum se ha convertido en la plataforma de pago más utilizada por los españoles. Según datos de la organización, se han realizado 1.000 millones de operaciones a través de esta aplicación, la mayoría de ellas (990 millones) entre particulares. Desde su lanzamiento allá por 2016, la compañía ya ha alcanzado los 50.558 millones de euros en transacciones.
Para Alemania, por ejemplo, el ELV (Elektronisches Lastchrift Verfahren) – que equivale a una domiciliación bancaria –, representa el 25% de todos los pagos, tanto online como offline, y es muy popular en las transacciones de comercio electrónico. El pago tras la entrega (o venta con factura) y PayPal son las formas de pago más utilizadas en el e-commerce alemán. El resto de métodos se encuentran más alejados de estos dos, que ocupan las primeras posiciones. Por ejemplo, los pagos con tarjeta apenas representan el 8%.
Los retos más significativos para la EPI
Como acabamos de ver el mayor reto es tecnológico, ya que la nueva Iniciativa de Pagos Europea deberá responder a todos los hábitos de pago de los consumidores. Para ello, integrará tres componentes: la transacción por tarjeta o transferencia bancaria de manera instantánea, el servicio de solicitud de pago y, por último, la opción de monedero electrónico. Según el informe de Monei sobre sistemas de pago en España, los monederos digitales como Apple Pay, Google Pay o Click to Pay, siguen siendo los métodos de pago menos utilizados en España, pero mantienen un comportamiento estable, con una cuota de mercado del 5%.
Por otro lado, el estudio Payments 2025 & Beyond que ha realizado PwC prevé que para 2030 los pagos electrónicos se multipliquen por tres, no solo en España, sino en todo el mundo. Esto significa que llegarán a superarse los tres billones de operaciones. Ante esta situación, además del reto tecnológico, otro de los desafíos será promover una educación más abierta sobre lo que implican los pagos digitales, además de avanzar en la omnicanalidad para facilitar una auténtica integración de todos los datos.
Aunque cada vez son más los bancos que comienzan a implementar esta nueva iniciativa, aún queda mucho por hacer. No solo entidades bancarias, sino marketplaces y minoristas con tiendas online deberán adaptarse a este nuevo estándar europeo porque los métodos de pago se han convertido en si mismos en una experiencia de usuario. Saber satisfacerla o no dependerá de la capacidad logística para responder a los nuevos hábitos de los consumidores, a la hora de elegir productos (cada vez más sostenibles) pero también a la hora de pagarlos.